​En un atardecer marcado por el despliegue del ocaso sobre la costa chilena, la tragedia irrumpió en la playa Marbella de la comuna de Santo Domingo el domingo 21 de enero, cuando las aguas embravecidas del Pacífico sur arrastraron al joven argentino David Soto Rosas, de apenas 28 años, sumiéndolo en un abismo de incertidumbre y desesperación que ha mantenido en vilo a toda una comunidad.

​Desde entonces, el eco de la desgracia resonó en cada rincón de la provincia de San Antonio. Las autoridades locales, junto con la Armada de Chile, orquestaron un mega operativo de rastreo que abarcó los cielos, las aguas y los terrenos costeros, desplegando sus recursos en un esfuerzo desesperado por hallar al joven extraviado.

​Sin embargo, ni la magnitud de los esfuerzos desplegados, ni la valentía de los rescatistas, ni siquiera la esperanza inquebrantable de sus angustiados familiares lograron doblegar a la implacable marea que se llevó consigo los sueños y anhelos de David.

​La esperanza, sin embargo, es una llama frágil que se niega a extinguirse, incluso en los momentos más oscuros. La reciente aparición del cuerpo de Michelle Silva en el río Aconcagua, gracias al incansable trabajo de unos buzos locales, reavivó una luz de esperanza en el corazón de los afligidos familiares de David. Esta luz, aunque titilante, inspiró la posibilidad de contactar a este equipo de buceadores para una última búsqueda.

​Pero, hasta la tarde de ayer, ese rayo de esperanza no se había cristalizado. La familia, aferrada a la posibilidad de un milagro, exploraba cada opción, cada posibilidad, buscando desesperadamente un cierre a esta dolorosa saga.

​"Hablé con mi madre y aún no sabemos qué pasará", compartió Gerardo Celis en conversación con Red Noticias VR. "Un buzo voluntario se ha acercado a nosotros, deseoso de explorar los restos de un barco hundido. Estamos en busca de permiso de la Armada para esta última medida", dijo.

​En medio del dolor y la incertidumbre, la familia Soto Rosas reconoció el apoyo abrumador que les brindó la comunidad, así como el incansable respaldo de la Armada y las autoridades locales. Agradecidos por los esfuerzos desplegados, Pamela Soto Rosas, envuelta en la tristeza infinita por la pérdida de su hermano, expresó con voz entrecortada: "La esperanza no la podemos perder. Nos aferramos a la posibilidad de un milagro".

​Mientras los días se deslizan hacia el horizonte, la búsqueda de David Soto Rosas no solo es una búsqueda física, es una búsqueda de respuestas, de cierres, de paz para una familia destrozada por la cruel embestida del destino. En la playa Marbella, las olas guardan un secreto profundo, un eco de la tragedia que clama por ser resuelto, por encontrar su descanso final en las orillas de la memoria.

​En la vastedad del océano, en el silencio de las noches, la historia de David Soto Rosas navega como una luz perdida en la inmensidad del mar, una historia que espera ser concluida, un capítulo que aguarda su cierre. Ojalá la memoria de David Soto Rosas ilumine el camino hacia un horizonte de paz y consuelo para su familia, en medio de la tempestad de su pérdida.

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